Cuando quedas con una amiga después de un tiempo sin veros, se acumula la emoción y la cantidad de temas que quieres hablar con ella.
Os encontráis en una cafetería, pedís algo y comenzáis a hablar sobre el tiempo y el tráfico para calentar. Cuando lleváis un rato de conversación, te das cuenta de que los temas se comienzan a mezclar y las historias se entrelazan y se superponen. Se producen numerosas interrupciones debido a las preguntas que os hacéis para aclarar las historias.
Es posible que puedas mantener una conversación así con una amiga especial, a la que conoces de hace tiempo. Pero lo que está claro es que si te comunicas así con una persona a la que conoces poco, o a la que tienes que contar una historia desde el principio, posiblemente no se entere de nada.
Por esa razón es importante aprender a estructurar nuestros discursos. Porque todo lo que decimos es un discurso. El orden en nuestras conversaciones y exposiciones aporta claridad y ayuda a que la persona o las personas que nos escuchan, entiendan mejor el mensaje.
Aunque parezca una tontería, utilizar expresiones como «al principio», «más tarde» o «al final» ayudan mucho a darle estructura a lo que estamos diciendo. Además evitará que nuestro interlocutor se pierda.
El orden y la estructura te hacen gastar menos energía, ahorrar tiempo y facilitan la comunicación con otras personas.
